
No son pocas las personas que conozco que se dedican a hacer lo que ya no les gusta. Y digo ya, puesto que hay cosas que en principio o por un tiempo puede que nos gusten pero está bien si hoy sientes que no quieres seguir haciendo eso. La vida es muy corta para desperdiciarla, es obligatorio vivirla, disfrutarla y aprovecharla al máximo.
Y no se trata de claudicar a lo que se ha logrado. Se trata de ser fiel a como te sientes para que con inteligencia y cuidado se puedan realizar cambios o incluso migración de aquello a lo que hasta ahora nos hemos dedicado. Debemos cuestionarnos si lo que hacemos, si aquello a lo que estamos dedicando nuestro mayor esfuerzo todos los días, nos alimenta el espíritu y nos satisface como esperábamos. Si la contestación a eso es no, entonces es tiempo de retomar aquellos sueños dormidos y regalarnos la oportunidad de hacer lo que nos gusta.
Claro, hacer lo que nos gusta siempre implicará que seamos capaces de arriesgarnos a soltar inseguridades y temores. Una vez escuché a alguien decir que nunca permitamos que la pasión por volar se vea opacada por la facilidad y la tranquilidad de caminar. Cuando encontramos aquello que nos ubica en propósito debemos tener el coraje de ejecutar pasionalmente lo que nos hemos propuesto. Así que paremos de culpar a las circunstancias que nos rodean. Tampoco nos dejemos guiar por opiniones de quienes nunca se han atrevido a ser exitosos. Que no sea tarde para entender que los únicos responsables de elegir lo que es correcto, somos nosotros mismos.
Pensándome,
José Rivas